Me gusta: contar lo que soñé, ver las fotos antiguas de mi familia, la papa en sus diferentes presentaciones, el mango, las papitas ahogadas en salsa Botanera, el elote en vaso, el maíz en sus diferentes presentaciones, las mangonadas, las lámparas vintage y la iluminación tenue, ver dormir a mis michis, el refrigerador lleno, hacer poemas en mi mente mientras hago el super, observar los rostros de la gente cuando voy en el metro, la mantequilla sobre el pan, las faldas cortitas, las faldas largas, los poemas que me hacen querer seguir viviendo, la ternura de la infancia, el descubrimiento de las palabras, la facilidad con que mi mamá hace crecer árboles y plantas en su casa, caminar por mi colonia creyendo que estoy en una película, tocar los árboles y las plantas a mi paso, sentarme sola frente al mar, caminar sola en una ciudad que no es la mía, quedarme acostada en mi cama envuelta en la toalla cuando me salgo de bañar, hablar por teléfono con mis amigas, las paletas de sombras, los labiales nudes y el blush morado, los chistes exagerados de mis amigos, analizar un poema, ver a alguien dibujar o pintar, escribir acompañada, escribir sola, verme en tercera persona para analizarme, vivir en Monterrey, ver la Sierra Madre Oriental por mi ventana, hablar con mi gato Güero y también discutir, tocar los cachetes y las partes suavecitas del cuerpo, las cogidas lentas, el sexo rudo, los pechos redondos, el torso desnudo de los hombres, platicar en la cama, conversar con personas sensibles e inteligentes, descubrir quién soy mientras escribo, comer helado con alguien a quien amo, el soundtrack de Lost in translation y Her, el tiramisú, el expresso tonic, escribir en cafeterías, ir a ver a mis amigas, recibir a mis amigas, estar en silencio, estar tranquila.
No me gustan: los hombres peleando, los focos de techo, la luz blanca, la reiterada desigualdad de las clases sociales, el huevo que no está bien revuelto, el huevo cocido, el sonido del claxon, el ruido de las motos, el aliento a café, el aliento a Coca-Cola, mis uñas mordidas y cortas, mi cabello quebrado, mis orejas que no dejan de crecer, mis pensamientos juzgones, mi agresividad, el salario mínimo, los empleos donde hay que comportarse como sirvientes, el exceso de consumo de animales, la apatía hacia la naturaleza, el regocijo en el dinero y la opulencia, los políticos, los Estados Unidos de America, las cárceles, las guerras, la indiferencia ante el asesinato, la evasión de los problemas personales, las personas que se ocultan detrás de sus pertenencias, las estructuras familiares como empresas, las presentaciones de libros, la sobre explotación de la imagen de lxs artistas, los gym rat, los ingenieros, el sarro en los dientes, la contaminación de las ciudades, las palabras choteadas, los clichés del feminismo, el desclasamiento de la sororidad, las emociones volviéndose síntomas y vicios evidentes, el pacto entre los hombres, sus pocos huevos para confrontarse entre ellos, la mamitis, las personas que no saben alimentarse a sí mismas, la literalidad de los poemas, el abuso de la cocaína, los gritos a los niños, los abusos reiterados a las personas en su infancia, las expos donde hay arte muy malo, los ataques de ansiedad, depender de medicamentos, el conductismo, estudiar psicología para trabajar en RH, los cochistas que no ceden el paso al peatón, el fanatismo hacia cualquier artista de cualquier disciplina, los pensamientos depresivos en una resaca.
Me gusta, no me gusta: en realidad no es todo lo que me gusta y lo que no, es lo que me vino a la cabeza ahora, unas horas para tratar de enlistar aquello que creemos que nos hace sentir a gusto o incómodo. No es más que decir: me he definido a través de estas texturas, sabores, sonidos y miradas, soy también lo que rechazo, y todo lo que elijo cuenta una historia sobre mí, sobre quiénes somos.
Tú también puedes hacer tu propio Me gusta, no me gusta. Creo que es un ejercicio que puede ayudar a definirte y quizá dará pie a que escribas un poema sobre lo que hayas enlistado, eso que no sabías que te gustaba con claridad o aquello que desconocías que te causaba tanto rechazo hasta que lo escribiste. Es un ejercicio que pongo en mis talleres de poesía para empezar a definir un yo poético a partir de los gustos y disgustos, y contribuye a que sueltes la mano. Si lo haces, me cuentas en los comentarios de esta entrada qué te pareció escribirlo, ¿vale?